De camino a Granada tenemos costumbre parar en un pueblo de Jaén, La Cerradura. Allí descubrimos en una ocasión una almazara llamada La Pura, y desde entonces, siempre comprábamos el aceite allí.
En está ocasión, esta almazara estaba cerrada, y como a la vuelta no podíamos parar, no nos dimos por vencidos, y preguntando encontramos otra fábrica, y acabamos comprando esta garrafa para probar.
Resultó ser un descubrimiento, ya que ha está casi mejor que el que siempre hemos comprado. Seguramente no lo habríamos localizado si La Pura hubiese estado abierta, ya que era horario laboral.
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