Allá por el año 2.017, cuando empecé en el que sigue siendo mi trabajo actual, progresivamente fui dejando de ir al gimnasio principalmente por incompatibilidad de horarios. Un par de años después, cuando intenté retomar los buenos hábitos, el Covid llegó, y fue cuando dejé definitivamente de ir.
Ahora, 7 años después (y unos pocos (bastantes) kilos por encima de mi peso de entonces), he vuelto a apuntarme y a fecha de la publicación de estas líneas llevo casi dos meses sin faltar.
Pero nunca hubiera podido imaginar lo que han cambiado las cosas en estos 7 años. Por que ya nada es lo que era. Por lo pronto, imaginaba que a raíz del dichoso Covid, mucha gente habría abandonado definitivamente sus hábitos deportivos en centros de este tipo, y... ERROR. Aunque el gym donde he empezado no es ninguno de los anteriores en los que estuve apuntado y por tanto no puedo comparar, si puedo decir que gente mayor, abueletes y tal, hay muchísimos menos.
Lo que si ha aumentado drásticamente es la aparición de pipiolos, muchos de los cuales no tendrán ni los 18 años. Pero en lo que si he notado bastantes cambios es en las instalaciones.
Por todos es conocido el exagerado auge de los gimnasios Low Cost en todas las ciudades de nuestro país. Hay una guerra por ver quien da los precios mas bajos, y obviamente, esta práctica comercial va en detrimento de muchas cosas.
Sin ir mas lejos, la cadena a la que me he apuntado en León (que tiene tres gimnasios ya en la ciudad), es tan Low Cost, que aunque me atendió muy amablemente un chaval cuando fui a apuntarme, el que se tuvo que apuntar literalmente fui yo. Después de enseñarme las instalaciones y de decidir que sí que me apuntaba, me explico las distintas tarifas (hasta tres), y en una pantalla táctil me tuve que hacer mi propio registro. Ya ni siquiera te dan una tarjeta para acceder a las instalaciones, sino que tienes que usar un código QR desde el móvil (generado por la aplicación de la empresa).
Lo primero que me llamó la atención fueron los vestuarios, una gran habitación con apenas 30 taquillas, un solo lavabo, y cuatro o cinco bancos pegados a las paredes, y todo el centro del vestuario, completamente vacío. En los pasillos de acceso a los vestuarios y baños (tanto femeninos como masculinos) sí que había muchas taquillas. De ello deduje que igual había cambiado la cosa, y que ya la mayoría de la gente no se duchaba, sino que tal cual terminan el entreno, se van para casa sin pasar por la casilla "ducha". Así que los vestuarios donde están las duchas, quedan solo para aquellos que sí que se duchan al terminar la sesión.
Tengo que decir que en lo que a máquinas, mancuernas, bancos y demás, está muy bien surtido, todo hay que decirlo. Otra cosa que descubrí es que no hay fuente para llenar el bidón. Si quieres agua, la tienes que coger del lavabo del baño, por que haber fuente, hayla, pero es de pago. En un lateral hay una máquina parecida a la de las cadenas de comida rápida, pero con un solo "chorro", y lo que sirve son bebidas tipo isotónicas con sabor, pero solo a los usuarios que pagan una tarifa superior.
No existe la figura del monitor que te pueda solucionar alguna duda en caso de necesitarla. Suele haber alguien (al parecer no siempre), pero sus labores son mas bien de "limpieza", ya que los ves con la aspiradora unas veces, y con la fregona otras. Se supone que el servicio de monitor o de entrenador es de pago (en caso de haberlos disponibles en el gimnasio en que te encuentres).
Y lo que mas he visto que ha cambiado, y que mas me jode, es el ambiente y la gente que encuentras por allí. Muchos van solos, otros van a entrenar con la novieta/noviete, pero el 80% de la gente que coincide conmigo (sobre todo a las horas mas concurridas), son chavalería. Y los ves con unas vestimentas que parecen para cualquier cosa menos para levantar hierros. Van con capuchas, y pantalones anchos, paseándose por allí como si llevasen 10 años entrenando, cuando en su mayoría, no pasaran de los 6 meses. No sueltan el móvil mas que cuando les toca hacer serie, los descansos son eternos (sentados en la máquina con el móvil en la mano, por supuesto)... En fin, completamente distinto a hace 7 años. Pero es lo que hay.
Y luego estamos los que vamos a lo que vamos, a entrenar, y nada mas. Yo suelo ir a las horas mas tranquilas, por que si no es imposible hacer un entreno en condiciones sin pasarte mas de la mitad del tiempo esperando que el niñato de turno suelte el puñetero móvil y se ponga a levantar peso, que es a lo que hemos ido... al menos yo.
De un tiempo a esta parte estoy viendo como las redes sociales están modificando la sociedad, nuestros hábitos y costumbres, y a los que nos pilla ya con cierta edad, nos deja un poco descuadrados. Imagino que por la misma situación pasarían nuestros padres cuando aparecieron los primeros ordenadores y teléfonos móviles. Así que, ajo y agua, y a intentar adaptarse a lo que se nos viene encima, aunque creo que lo peor está por llegar.
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