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martes, 9 de julio de 2019

Nuevo modelo de negocio: bares que se atienden solos

Foto extraída de elindependiente.com
Ni es la primera vez ni será la última que hable sobre temas relacionados con la hostelería, ya sea para bien o para mal, porque la verdad, el asunto da para mucho, y como muestra, un botón. Ahí va una lista de otras entradas relacionadas:

En esta ocasión le toca el turno al tema de las terrazas veraniegas, las de esos bares (muchos, por no decir casi todos) en los que, o bien en un letrero puesto en los cristales o bien en forma de letrerito pegado en las mesas, se nos informa, eso si, muy amablemente siempre, que 

"NO HAY SERVICIO DE TERRAZA. DISCULPEN LAS MOLESTIAS"

Empezaré por comentar como funciona el asunto de las terrazas en Granada. Allí ocurre exactamente lo contrario que aquí: el 95% de las terrazas están atendidas. Eso si, puede ser que igual no haya el número adecuado de camareros para atender con celeridad a todos, pero haberlos, haylos. Casi que por norma, cualquiera que se siente en una terraza de las que no están atendidas, no tarda mas de 3 minutos en levantarse e irse a otra que si lo esté.

Ya llevo unos años viviendo en León, pero no termino de hacerme a esta costumbre tan extendida por aquí. Hace unos días, sin ir mas lejos, paramos a tomar algo en un bar de una conocida avenida de la ciudad, concrétamente del Paseo de Salamanca, de cuyo nombre no quiero acordarme, y tenían una hermosa terraza con nada mas y nada menos que 18 mesas, que las conté, y en cada una de ellas estaba puesto el famoso cartelito de NO HAY SERVICIO DE TERRAZA. Dentro del bar no se podía parar del calor que hacía, y fuera, las pocas mesas libres (una o dos a lo sumo), estaban hasta arriba de copas, vasos y platos sucios de clientes anteriores. 

No solo tienes que ir a la barra a pedir lo que sea y llevarlo a la mesa, sino que antes tienes que despejar la mesa y llevar las cosas adentro, por que si no es un poco incómodo, sobre todo por la falta de sitio, que no ya por las manchas y porquería que hay acumuladas... que también.

El bar en cuestión estaba atendido por dos amables señoritas, ambas con suficiente tiempo como para charlar, conversar o alternar amablemente con los pocos clientes (fijos) que soportaban el calor del interior, pero no con el necesario para salir a, como mínimo, retirar las cosas de las mesas.

Mientras tanto, en la cocina, una cocinera hacía algo, y digo algo porque teniendo en cuenta el estado general en que se encontraban las tapas, tengo la duda de a que se dedicaba, pero en realidad, eso no es problema mio.

Todas las tapas estaban resecas y algunas con una costra encima que daba cosa verlas. Esto no parecía desagradar a la mayoría de clientes, por que aunque a algunos se les veía hurgar para quitar la capa superior o apartar las partes "feas", la mayoría no hacía ascos a dichos manjares y daban cuenta de ellos sin ningún problema. Una de nuestras tapas era un huevo frito, cuya yema había desarrollado una costra rojo oscuro que parecía de goma. La tortilla estaba reseca no, lo siguiente...

Y a todo esto, la terraza llena y a poco que una mesa se quedaba vacía, tardaba en ocuparse escasos minutos, y todo el mundo haciendo de camarero, llevando y trayendo cosas al interior del bar. 

Al margen de la calidad de las tapas, lo del autoservicio en las terrazas es un sistema cada vez mas frecuente. Los propietarios se han dado cuenta que el tema les funciona, y se ahorran una pasta en camareros, porque han descubierto que cada uno de sus clientes esconde un "Juan Palomo" (yo me lo guiso, yo me lo como) en potencia. 

Pero la culpa, al final, no es de ellos, sino de los que tragamos con el asunto, que con tal de estar sentados al fresco, al final terminaremos no solo por llevar y traer consumiciones y tapas, sino también fregándolo todo antes de irnos.

En cierta ocasión leí que había gente que no repostaba gasolina en aquellas gasolineras que no disponían de personal para el repostaje, vamos, las de autoservicio, porque al hacerlo se estaba apoyando la eliminación de puestos de trabajo, y creo que es una postura muy lógica. Pues en este caso, debería ser lo mismo.

Pero nada, con lo que nos gustan las cañas (y la caña), seguiremos tragando con las reglas que nos imponen, no ya desde organismos oficiales, sino desde los bares.

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