Como últimamente he tenido que hacer algunas compras para organizar un poco la cocina y la despensa, me di cuenta que "necesitaba" una etiquetadora para todos los tarros y botes que tengo, que son unos cuantos: pastas, arroces, legumbres, y suministros varios en general.
No buscaba nada especial, simplemente algún cacharro que me permitiese poner el nombre, y poco mas. Las etiquetadoras DYMO de toda la vida no me convencen, además porque las mas económicas eran demasiado simples en cuanto al diseño de las etiquetas, pero descubrí que hay un montón de marcas y modelos que sí se adaptaban algo mas a lo que yo buscaba.
La mayoría de ellas funcionan como una impresora bluetooth, que se conecta al teléfono móvil y mediante su propia aplicación, te permiten crear diferentes diseños de etiquetas. Las hay que te permiten hacer desde códigos QR, códigos de barras, imprimir imágenes (en tamaño mini, obviamente), hacer dibujos a mano, etc., y otras, como la mía, se limita a dejarte diseñar el texto (fuente, tamaño, posición...), añadir un marco y pegatinas y poner la fecha automáticamente. Y también hay algunos fabricantes cuyo software también se puede ejecutar en un PC, conectando la etiquetadora al mismo mediante el BT o incluso a través de un cable.
Es importante elegir primero el tamaño de etiquetas que vamos a necesitar, porque no es lo mismo poner "GARBANZOS" en una etiqueta de 15x50 mm., que una lista de ingredientes en una de 40x60 mm. En mi caso, y en el de alguna otra que he tenido en la mano, las etiquetas no son de papel, sino de un material plástico, lo cual es un detalle, porque a la hora de quitarlas, salen del tirón sin dejar rastros de adhesivo o papel.
También es importante mirar el precio de los rollos de etiquetas, porque algunos suelen ser excesivamente caros, y no compensaría. Además, que tenga un buen surtido de tipos de etiquetas con variedad de colores e incluso que acepte diferentes tamaños, sería interesante.
Una cosa de la que casi nos podemos olvidar es de las pilas, porque en la actualidad, la mayoría de estas pequeñas impresoras llevan baterías internas como cualquier móvil, que recargaremos conectándolas a un cargador, como cualquier otro dispositivo.
A la hora de buscar en Amazon, encontré un montón de marcas y modelos, pero me volvió a salir una marca que me llamó la atención en su día cuando estuve buscando, y me pareció una buena elección: MAKEID. Simples, a buen precio y con buenas opiniones. Y además, acaban de sacar un modelo, el S1 PRO, que incorpora pantalla, lo que facilita las cosas cuando tienes que imprimir algo rápido. Pero ojo, que tenga pantallita no quiere decir que puedas diseñar etiquetas en ella. La pantalla está pensada para que puedas elegir entre las que previamente hayas guardado, para así sacarlas de forma rápida sin tener que abrir la aplicación.
Cuando la compré acaba de salir ese modelo al mercado, y tenían un descuento del 50%. Y se ve que las vendieron todas, porque no está disponible desde hace un tiempo, por eso no pongo enlace.
Por resumir un poco, si no buscas nada excesivamente complicado, con este modelo o uno similar vas a tener de sobra. A mi me ha hecho el apaño.
Se que lo que voy a decir suena un poco a eso que vemos en algunos reels de Instagram y decidimos probar, pero que nunca nos sale como al del vídeo, y nos decimos para nosotros mismos: "AMOSIDO ENGAÑADOS", pero DESDE QUE PROBÉ ESTA RECETA, SE HA VUELTO INDISPENSABLE EN EL FRIGORÍFICO.
Lo primero de todo, destacar que al preparar la pechuga de esta forma, no le estamos añadiendo apenas grasa, así que se convierte en una opción muy saludable.
Por otra parte, el resultado final es tan sumamente versátil que lo podemos usar para infinidad de recetas y preparaciones: sandwiches, bocadillos, burritos, ensaladas, sopas, tortillas, y así, hasta donde la imaginación te lleve.
Sin mas vueltas que darle, vamos al lio.
Ingredientes:
2 o 3 medias Pechugas de pollo
Sal y pimienta
Ajo en polvo
Cebolla en polvo
Pimentón dulce o picante
Perejil seco
AOVE
Preparación:
Lo primero que hago yo es limpiar un poco las pechugas, separando en primer lugar los solomillos, a los que saco ese tendón que tanto yuyu da, luego le quito la grasa excesiva y las partes feas. Opcionalmente le puedes dar unos cortes con un cuchillo afilado, pero no es necesario.
En un bol, coloco las pechugas, espolvoreo por encima con las especias de forma generosa, ya que ahí está la gracia, salpimento, y por último echo un chorreón de aceite de oliva virgen extra (ya sabéis, AOVE), y las masajeo bien para que las especias lleguen a todos los rincones de las pechugas.
Las podemos dejar macerar un rato si disponemos de tiempo, pero si no, ponemos directamente las pechugas y los solomillos en la cesta de la freidora de aire (yo suelo poner un canastillo de papel encerado, para evitar ensuciar la freidora en exceso), y directamente, ponemos el chisme a 180º durante 10 minutos, pasados los cuales, les damos la vueltas a las pechugas, y repetimos el proceso, 180º y 10 minutos.
Si no tenemos prisa, tras completar los dos ciclos de 10 minutos, podemos dejar las pechugas en el interior de la freidora, hasta que se templen, momento en el que las sacaremos y las podremos colocar en un tupper, para conservarlas en el frigo.
Duran unos cuantos días, yo las he llegado a tener hasta 5 días sin problema alguno, y como decía antes, las podéis utilizar para muchas recetas, tan solo tenéis que cortarlas como mas os convenga (lonchas, lascas, tiras, cuadraditos, etc.), y por poner un ejemplo rápido, un sandwich de esta pechuga, con queso fundido, y un poco de aguacate y tomate, os puedo asegurar que os dejará con ganas de repetir.
Me imagino que ya sea en Instagram, Facebook, TikTok o cualquier red social os habrá saltado algún que otro anuncio de Té Matcha, algo que últimamente se está poniendo muy de moda. Antes que esto, tuvimos en la misma situación a la avena y la chía, por poner dos ejemplos.
Yo soy consumidor habitual de té, en mi caso ya sea té verde o en su variante mas conocida, té moruno, o té rojo o del tipo inglés, así que al final decidí probarlo.
QUE ES EL TÉ MATCHA
Primero de todo, voy a explicar un poco por encima de qué se trata. Esta variedad de té se basa en la misma planta que el té verde (Camellia Sinensis), solo que el modo de extracción o elaboración es bastante diferente al té verde normal, que simplemente se trata de dejar secar las hojas llegado el momento de la recolección.
El té matcha, para empezar, se presenta en un polvo muy fino y de color verde intenso. Las plantas se cultivan a la sombra, lo que deriva en un altísimo contenido en clorofila y antioxidantes (x10 respecto al té verde normal), de ahí la intensidad del color.
Las propiedades del matcha son muchas al parecer:
Ayuda al control de peso
Regulación de la insulina
Es diurético, debido al alto contenido en fibra
Aumenta la concentración
No provoca la excitación que provoca el café
Aumenta la relajación
TIPOS O GRADOS DE TÉ MATCHA
Este té es originario de China, aunque se popularizó en Japón. Existen tres tipo de té matcha según su calidad:
Grado ceremonial: es el mas alto de la gama, ya que para este grado se utilizan únicamente las hojas de la parte superior de la planta, las que mas clorofila tienen. Es el de color más intenso. El té matcha de grado ceremonial se suele tomar solo, y su nombre viene dado por que es con el que se suele realizar la ceremonia del té.
Grado premium: Se elabora con las segundas y terceras hojas de la planta, y se suele tomar con leche, ya sea de origen animal o vegetal.
Grado culinario: Está compuesto por las hojas mas cercanas a la base de la planta, por lo es el tipo de matcha que menos contenido en clorofila (y por tanto en propiedades) tiene. Es el que tiene el color verde mas apagado, y se suele utilizar en recetas de repostería y otras preparaciones culinarias.
Lógicamente, a mayor calidad, más caro es, mas propiedades tiene, mas intensidad de color y un sabor mas completo (umami). El precio en general del té matcha no tiene nada que ver con otros tés, como el verde.
A la izquierda tenemos el té de grado PREMIUM de Matcha & CO, y a la derecha, el de grado CEREMONIAL de la misma marca. El primero lo podemos comprar (a fecha de publicación de este artículo) en Amazon en su formato de 30 gr. (para un mes aproximadamente, a té diario de 1 gr.) por 9 euros, y el de grado CEREMONIAL, en el mismo formato, a un precio de 13,50 euros.
Estos son los mejor valorados en Amazon y recomendados por la mayoría de la gente, son una apuesta segura. Además, en la siguiente foto os pongo otra opción de PREMIUM de la marca NaturaleBio que he comprado, y que también tiene muy buenas reseñas. El envase es de 100 gr. y su precio es de 15 euros, y si hacemos las cuentas, los 30 gramos de éste último costarían alrededor de 4,50 euros. Una diferencia bastante sustancial. Este todavía no lo he probado.
Por último, debéis saber que el té matcha una vez abierto el envase, hay que conservarlo en el frigorífico.
QUÉ NECESITAMOS PARA PREPARAR EL TÉ MATCHA
El té matcha lo podemos preparar de diferentes maneras. Aunque lo podemos hacer sin complicaciones (la mayoría de la gente lo hace así), creo que el tomar un té de este tipo (que además no es barato) se merece el dedicarle unos minutos para que no sólo se trate de "beberse un té", sino para aprovechar el tiempo de preparación y convertirlo en una pequeña pausa en la que podamos relajarnos y centrarnos únicamente en el proceso de preparación.
Si te decantas hacerlo de la forma mas rápida, a partir de aquí poco te voy a aportar, ya que yo sí he elegido dedicarle unos pocos minutos y hacerlo mas o menos bien. Para prepararlo sin complicaciones, simplemente coge un vaso, pon una medida de té matcha, vierte agua o leche caliente y remueve con un espumador, y tendrás tu té matcha listo para tomar.
Ahora si, vamos al modo en que yo lo hago. Para ello, vamos a necesitar un par de accesorios. Como siempre digo en este tipo de cosas, todo depende de lo que nos queramos gastar o de lo que te quieras complicar la vida. En la siguiente foto podéis ver el pack que me compré yo por unos 18 euros en Amazon,
Para hacer un buen té matcha vamos a necesitar varias cosas, y casi todas las podemos obviar, menos una: el Chansen.
CHANSEN (OBLIGATORIO)
El chansen es el único chisme indispensable para hacer un matcha. Se trata de una especie de batidor manual de varillas hecho de bambú que sirve para mezclar el té de una forma correcta. Sería el equivalente al espumador a pilas del que hablaba un par de párrafos mas arriba.
El chansen no es barato, lo puedes encontrar a partir de los 12 o 13 euros en Amazon o incluso algo mas barato en Aliexpress u otras tiendas online.
CHAWAN (OBLIGATORIO)
El chawan no es ni mas ni menos que el cuenco donde vamos a preparar nuestro té matcha. Hay infinidad de cuencos específicamente creados para este fin, pero lo cierto es que si buscamos un poco por nuestro proveedor asiático de confianza estoy seguro de que podemos dar con uno que nos sirva.
Os puede servir de ejemplo el que conseguí yo por algo menos de 3 euros, y es más que suficiente.
CHASAKU (OPCIONAL)
Es una cucharilla de bambú con una forma un tanto curiosa, pero es lo que se utiliza para tomar la medida exacta del té necesario para su preparación. No hay mucho mas que decir sobre este accesorio. Lo puedes sustituir por cualquier cucharita normal pequeña. En la foto anterior podéis ver el mío dentro del chawan.
COLADOR (OBLIGATORIO)
Es imprescindible, ya que gracias a un pequeño colador vamos a deshacer las bolitas que se suelen formar en el polvo de te, y que estropearían el resultado final. No necesitamos ningún colador especial, con uno que tenga el tamaño adecuado como para apoyarlo en el chawan (cuenco), será suficiente. Pero aseguraos que los agujeros del colador son finos, ya que de otra forma no nos serviría de nada.
CHAKIN (OPCIONAL)
El chakin es un pequeño trozo de tela de lino (que no deja residuo) y que se usa para secar el chawan (cuenco) tras verter agua caliente por primera vez para calentarlo.
No es necesario, yo encontré por casa una tela de lino marrón que compré hace mucho para forrar los canastos donde dejo el pan fermentando, y es la que utilizo, pero podéis usar una hoja de papel de cocina, por ejemplo, pero atentos a que no deje residuos ni pelusa pegados en el cuenco.
TAZA (OBLIGATORIO)
Bueno, en realidad obligatorio no es, ya que si tomaseis el té matcha de la forma tradicional, lo haríais directamente desde el chawan (nuevamente, cuenco), pero el matcha solo se toma así cuando no se va a mezclar con nada, y yo de momento, lo sigo tomando con apenas un chorro de leche.
Tenía una taza (la de la izquierda), de borosilicato, pero el té se enfriaba en apenas 3 minutos, así que busqué una taza con doble pared de cristal, la que podéis ver a la derecha, y menuda diferencia. Esa concretamente la compré en un Alcampo, y creo recordar que no llegaba a los 4 o 5 euros. Aquí la tenéis:
AHORA SI, YA PODEMOS PREPARAR NUESTRO TE
Lo primero es saber que el té matcha se prepara de uno en uno, no se prepara de una vez té para tres personas, hay que hacerlos de forma individual.
Sabiendo esto, lo primero es poner agua a hervir. En mi caso lo hago en un hervidor eléctrico. Una vez llegue el agua a ebullición, la dejamos reposar, ya que la temperatura optima para preparar este té está entre 80 y 90 grados.
Ponemos un poco de agua en el fondo del chawan (cuenco) y cogemos el chasen (el batidor de bambú) y hacemos movimientos rápidos con forma de W. Esto es para humedecer el chasen y para calentar el chawan.
Secamos el chawan con algún paño o papel que no deje residuos, y ponemos el colador encima. Cogemos la medida de té matcha, que para empezar con entre una y dos medidas es suficiente, y lo ponemos en el colador. Con ayuda del chasaku (la cucharilla de bambú) tamizamos el té en el cuenco, hasta que no quede nada en el colador.
Ahora, vertemos el agua encima, entre unos 70 y 90 mililitros, y mientras sujetamos el chawan con la mano izquierda, empezamos a hacer movimientos rápidos con el chasen en forma de W. A los pocos segundos veremos como se empieza a formar una capa de espuma. Mantenemos este movimiento entre 30 y 45 segundos.
Ponemos en nuestra taza la leche que prefiramos y la cantidad que estimemos y la calentamos en el micro (o podemos tenerla caliente de antes). Obviamente, a mas cantidad, mas suave y con menos sabor saldrá nuestro té. Acto seguido, vertemos el té que tenemos en el chawan sobre la leche, endulzamos al gusto (en mi caso lo tomo sin nada) y ya podemos disfrutar de nuestro té.
Esta explicación os puede parecer liosa, por eso os dejo un vídeo por si os quedara alguna duda:
La primera vez observaréis el curioso sabor herbal que tiene, pero conforme vayáis tomando mas, os iréis acostumbrando. En la ceremonia tradicional de preparación de té matcha en Japón, es habitual que justo antes de tomar el té se coma un pequeño dulce o pastelillo (ellos toman el té solo, es decir, sin leche, y sin endulzar), así que te puedes coger alguna galleta, trozo de chocolate o lo que prefieras para acompañar tu té.
Como decía antes, si acostumbras a hacer de este rato de preparación un momento de relajación en el momento del día en que decidas prepararlo, se convertirá en una rutina que querrás repetir.
Espero que os haya gustado o que os haya resultado útil toda esta información.
El boniato es algo que se ha comido en casa de mis padres desde que me acuerdo. Mi madre lo cocía, lo cortaba en rodajas, ponía un par de ellas en un plato y espolvoreaba por encima con canela y azúcar, y no sería capaz de describir su sabor, porque la combinación del boniato con el azúcar y la canela es el trio perfecto. Si no lo has probado, no sabes lo que te pierdes.
El boniato, por hablar un poco de este tubérculo, ha sido comparado siempre con la patata, y bajo mi humilde opinión ha quedado relegado a un segundo plano por su sabor dulce frente al de la patata, lo que lo hace combinar peor con guisos, terreno donde la ganadora indiscutible es la patata. Además, otra cosa que he observado es que el boniato está muy presente en determinadas zonas, como pueden ser Andalucía y Canarias, mientras que en otros lugares es apenas conocido y utilizado. En Portugal también es muy frecuente, llegando incluso a encontrar bolsas de batata frita, en lugar de patata, y si, me refiero a los chips de aperitivo de toda la vida.
En general, es mas saludable y aporta mas vitaminas que la patata, además de tener un menor índice glucémico que ésta, lo que lo hace mas idóneo para personas con diabetes.
Bueno, una vez explicado esto, el otro día se me ocurrió preparar el boniato de una forma en la que nunca lo había hecho: como si fuesen patatas fritas y además, en la freidora de aire. Así que vamos al lio:
Ingredientes (para 3 personas):
1 Boniato mediano
AOVE
Sal y pimienta
Ajo en polvo
Cebolla en polvo
Pimentón dulce o picante
Preparación:
Empezaremos pelando el boniato y cortándolo en bastoncitos, procurando que éstos no sean muy gruesos.
En un recipiente de plástico apto para el microondas, colocamos las tiras de boniato, tapamos y llevamos al microondas durante 4 minutos a tope de potencia. Si habéis pensado en cocerlo, no es buena idea, ya que el boniato absorbería mucha agua y se rompería al manipularlo. Pasado este tiempo, moveremos los boniatos, y volveremos a poner otros 3 minutos. Estos tiempos son orientativos, pero en definitiva, se trata de que las tiras de boniato queden casi cocidas del todo, y digo casi, porque si se nos pasan, no podremos manejarlas sin que se rompan, y eso no es lo que buscamos.
Cuando las tengamos en el punto que he explicado, ponemos un par de hojas de papel absorbente de cocina en la encimera por ejemplo, y las distribuimos para que se enfríen y a la vez pierdan parte de la humedad que tienen, y las dejamos así 5 minutos.
En un bol, colocamos las tiras de boniato, y ponemos las especias al gusto, junto a un pequeño chorreoncito de AOVE, y mezclamos bien para que las especias lleguen a todas ellas.
Ahora, ponemos en el cesto de la freidora de aire, distribuyéndolas bien por el fondo, y le damos caña a 200 grados, durante unos 20 minutos. A mitad de tiempo las sacamos y le damos un meneo, y para adentro otra vez. El tiempo, de nuevo, es variable, así que tendrás que estar atento para que no se quemen. Cuando cojan un bonito color dorado (estarán mas oscuras que cuando las metimos), será el momento de sacarlas.
Y hemos terminado. Las puedes utilizar de acompañamiento de cualquier otra cosa con la que hubieras usado patatas fritas. Pruébalas y me cuentas!
Justo a la espalda del centro comercial "León Plaza" (en León, como se puede suponer :) hay un restaurante chino que ha cambiado de nombre por lo menos tres veces en los últimos cinco años. Hay que decir que cuando se llamaba "Wasabi" (antes de que lo cambiaran de nuevo esta última vez), tenían un menú diario que merecía mucho la pena, y a muy buen precio.
Recientemente, dando una vuelta por la zona, me llamó la atención que volvía a cambiar de nombre, pasándose a llamar en esta ocasión "El rey del pato laqueado", y la fecha de apertura era el día 1 de Mayo. Diez días después, hemos querido probar la especialidad de este local, el pato laqueado, que en verdad no es nuevo para nosotros, ya que lo hemos comido en alguna otra ocasión.
A mi personalmente me recuerda mucho al cochinillo, sobre todo por la piel crujiente, que en el caso del pato, la consiguen pintando el mismo con melaza o miel, mientras se va asando, amen de otros aderezos, hasta obtener ese punto tan especial.
En "El rey del pato laqueado" puedes comer a la carta, pedir un menú del día (entre semana) por unos 12 €, y si quieres probar la especialidad, el pato laqueado, puedes o bien encargar 1/2 pato o un pato entero, o elegir un menú especial donde el segundo plato es esta famosa receta china. Este menú fue el que pedimos nosotros.
Por una parte, comentar que el restaurante está muy bien situado, ya que justo al lado está el centro comercial "León Plaza", donde se puede aparcar de forma gratuita durante dos horas, y al otro lado, está el edificio de la Junta de Castilla y León. En cuanto al local, es muy agradable, con una decoración acorde al país que representa, y moderno.
El menú de pato laqueado empieza con unos b, entrantes que no sirven individualmente, sino que van al centro de la mesa en una bandeja alargada, desde donde cada comensal va cogiendo lo que desee:
De izquierda a derecha tenemos dimsun variados ( 2 por persona) en una vaporera, empanadillas gyoza (2 por persona), rollitos de primavera (1 por persona) y pollo almendrado (un par de filetes cortados en tiras). Detrás se pueden ver las salsas que acompañan los entrantes.
Al ponernos estas entradas lo primero que pensé es que igual no iba a ser el menú que esperábamos, sobre todo porque al ir todo junto tal y como lo sirvieron, no tardamos mucho en dar buena cuenta de ello.
Tras las entradas, retiraron platos y cubiertos (incluidos los palillos chinos), y un camarero se acercó a la mesa con un carrito donde llevaba el pato laqueado, que fue cortando en pequeñas rebanadas con un cuchillo tipo hacha china. De esto no hice foto porque no me pareció oportuno, ya que podía no parecerle bien al camarero. Fue colocando todas esas pequeñas rebanadas en una fuente, hasta que terminó por retirarse con el carrito. Por lo que pudimos ver, quedó bastante carne en las piezas de pato, pero imagino que fue cortando hasta que consideró que era la cantidad correcta para los tres que estábamos comiendo.
Como acompañamiento para el pato, elegimos tallarines al wok (la otra opción era arroz de la casa), pero que no eran tallarines, sino espaguetis normales y corrientes, eso si, estaban espectaculares.
Junto al pato, nos dejaron en la mesa una vaporera con unas finas tortillas de arroz (supongo), y una bandeja con varios toppings: una salsa dulce y tiras de pepino y de cebolleta.
El camarero, cuando nos sirvió el pato, nos preguntó si era la primera vez que comíamos pato laqueado, y al decirle que no, nos explicó que se preparaban poniendo un par de trozos de pato sobre la tortilla junto a un poco de salsa y pepino y cebolleta, se cerraba y se comía de un par de bocados.
El pato estaba impresionante, y junto a la cebolleta y la salsa, aun mas si cabe. Y los tallarines estaban a la par, ya que las verduras estaban salteadas en su punto justo, y tenían un sabor a parrilla que les daba un punto extra de sabor.
Tras empezar a prepararnos las tortillas con el pato, volvió el camarero con un plato con los huesos del pato sobrantes ya cortados, porque siempre hay quien le gusta la parte del hueso.
El postre tengo que decir que no estaba a la altura, ya que esperábamos algo mínimamente casero (o diferente). Con unos mochis lo habrían bordado, pero la cosa quedó en bolas de helado, flan, la famosa tarta Comtessa (ahora conocida como Viennetta). Y eso si, al final te invitan a un chupito, lo que es todo un detalle :).
El precio del menú de pato laqueado cuesta 22 euros, pero eso si, SIN LAS BEBIDAS, Bajo mi punto de vista, es algo que si no has probado (el pato laqueado, se entiende), debería hacerse aunque fuese solo una vez. Quizás sea un poco caro, ya que se puede acercar a los 25 o 27 euros al añadirle la bebida, pero por la experiencia creo que merece bastante la pena.
Hay cosas que tenemos tan normalizadas que cuesta mucho plantearse tan siquiera un cambio, y para explicarlo puedo poner un ejemplo muy sencillo: las pizzas. Estamos tan acostumbrados a comer pizzas tan exageradamente cargadas de ingredientes, que cuando nos plantean la posibilidad de comernos una con tan sólo queso, tomate y albahaca (lo que viene siendo una napolitana clásica) se nos pone esta cara:
Y muchas veces, es la sencillez lo que nos trae la excelencia, o por lo menos es la conclusión a la que estoy llegando. Tendemos a sobrecargar de sabores, toppings y elementos varios platos que, si los reducimos a la (casi) mínima expresión, a la (casi) base misma, no hacen más que ensalzar la materia prima protagonista de muchas de estas recetas.
Y en los últimos años, he ido viendo como ha cambiado la forma en que me gusta comer una hamburguesa. Para que esto suceda, tuve que probar una buena hamburguesa, y no, no nos basta con las típicas marcas conocidas de comida rápida, que por otra parte están muy bien y son alternativas para cuando, esporádicamente, no tenemos tiempo o estamos viajando, y nos solucionan una comida rápida. Nos tenemos que ir al siguiente nivel.
Así que cuando pruebas una buena hamburguesa, te das cuenta enseguida que el secreto está en la carne, y que sobran la mayoría de los aderezos, aunque claro está, todo esto depende de los gustos personales de cada uno.
La forma en que preparaba antiguamente las hamburguesas caseras siempre era siguiendo las mismas pautas: mezclando carne picada (sin pararme a mirar de que tipo), añadirle un poco de pan rallado (o similar), huevo (para que ligase todo bien), y especias al gusto.
Pero no dejan de ser hamburguesas mediocres. Porque en el momento que pruebas una hamburguesa con carne de verdad, todo cambia. Hace años, había un sitio en León, el American Beer, donde probé por primera vez una burger en la que la carne destacaba sobre el resto, y ese sabor no se te olvida fácilmente. Y hace muy poco, en uno de nuestras bajadas a Granada, quisimos probar en una cadena de hamburgueserías que no conocíamos, Five Guys, y es que siempre que pasábamos por delante, había colas muy respetables para entrar, y nos produjo curiosidad.
Y volvió a suceder lo mismo que en aquella hamburguesería de León, que el sabor de la carne nos dejó totalmente flipados. Y fue a raíz de ese día, que me propuse encontrar la combinación perfecta de carnes para mis hamburguesas caseras.
Desde entonces, he ido probando diferentes cortes de carne, normalmente de ternera: aguja o falda normalmente. El truco es elegir un corte que tenga un poco de grasa, que es lo que le da ese punto a la hamburguesa. Lo de la falda lo encontré por ahí, en alguna publicación donde explicaban que el corte de carne mas usado por los yankis para sus burger era el brisket, que traducido a nuestro idioma, es la falda.
Cierto es que salen un poco mas caras que si compras las hamburguesas envasadas que venden en los supermercados, pero solo os recomiendo que leáis los ingredientes de éstas, y que probéis para ver la diferencia de sabor entre unas y otras.
Para ir terminando, también ha cambiado la manera en la que formo las hamburguesas. Antes las aplanaba y las congelaba con esa forma, y en cambio ahora, las hago bolas de unos 75 gr. cada una, y las congelo tal cual. Luego, a la hora de montarla, las aplano justo antes de entrar a la plancha (a este sistema se le conoce como 'smash burger'), y utilizo dos bolas por cada hamburguesa. Aquí os dejo un video explicando cómo hacerlas:
El pan también es importante. Si os fijáis, en muchos sitios ya ponen por sistema bollitos de pan brioche, en lugar de pan casero o el pan típico con sésamo. Yo suelo utilizar normalmente el llamado 'pan cristal', que es bastante ligero y no llena mucho, y ocasionalmente, uso pan brioche.
Sin darle mas vueltas, os animo a que os acerquéis a vuestra carnicería de confianza, pidáis carne de ternera de cualquiera de las dos variantes que he comentado (o la que prefiráis), y probéis.
Estos días hemos estado en la zona de Esposende y Marinhas, en Portugal, pasando tres días y dos noches en un alojamiento Airbnb. Sobre éste, poco que decir, estuvimos muy tranquilos, teníamos piscina y todas las comodidades en la casa. Elegimos un Airbnb con la idea de poder comprar y hacer la cena en la vivienda, aprovechando el resto del día para salir y conocer la zona, así como comer al medio día en algún restaurante cercano.
El último día, una vez dejamos el alojamiento, teníamos todo el día por delante, así que decidimos visitar Vila Nova de Famaliçao y después dirigirnos a Guimarães, donde buscamos un restaurante típico de comida casera, pero que por desgracia, estaba cerrado. Estando en la puerta de éste buscando alternativas, nos topamos con una camarera que nos ofreció comer en el restaurante Taberna D'Avó. Como aparcar por aquella parte de la ciudad resultó un tanto complicado y al consultar en Google la valoración de este local vimos que tenía un 4,7, decidimos no mover el coche y acercarnos hasta la citada Taberna.
Entramos y nos sentamos, y muy amablemente, la chica nos empezó a explicar en que consistía la carta, mientras nos iba enseñando los distintos platos señalándolos en la susodicha carta. Hacía mucho hincapié en los PETISCOS (lo que vienen siendo tapas), y luego nos explicó que solo tenían dos platos principales: bacalao y carne. Esto último no nos extrañó, porque ya lo hemos visto en algunos de los sitios que hemos comido.
Entonces, nos cogió nota de la bebida y se fue, llevándose la carta. A los pocos minutos, volvió con las bebidas y esa tapa típica que suelen poner y que la gente primeriza piensa que es gratis, pero que no lo es. De hecho, si no la tocas, la retiran y no te la cobran (que fue lo que hicimos nosotros 10 minutos después). Y en ese momento nos dejó OTRA carta, para que decidiéramos que íbamos a pedir. Y aquí es donde viene la gracia del asunto: en lo que tardó en ir a por las bebidas y volver, modificaron los precios de varias cosas en la carta, con un bolígrafo y sin cortarse ni un pelo.
En la foto se puede ver lo que modificaron, subiendo 2 euros el precio de uno de los dos platos principales, en 50 cts. el de algunas tapas, y alguna otra cosa mas. El descaro con el que lo hicieron nos hizo pensarnos si levantarnos de la mesa y buscar otro sitio, pero al final, dada la hora que era, optamos por quedarnos, pero no pedimos ningún entrante, solo la bebida que ya habíamos pedido, y un plato cada uno. Además, estuve a punto de decirle lo que me parecía eso que habían hecho, pero al final pasé, preferimos comer y largarnos lo antes posible.
A la hora de pagar, resultó que tampoco admitian pago con tarjeta, algo que a las alturas que estamos me parece vergonzoso. Menos mal que llevaba efectivo, y pude pagar. Aun así se lo dije y me respondió con que eso era muy común en Portugal. Y por último, cuando trajo la nota, que por cierto era a mano y en plan compadre, habían tachado la tapa que dijimos que nos retirase, pero ni siquiera se molestaron en hacer una nota nueva para que no se viera el tachón. Encima, tenían menos luces que el dormitorio de un topo.
Una vez, dicho esto y respecto a la comida, tengo que decir que el bacalao estaba muy bueno, era un buen trozo de lomo, con patatas y verduras.
En fin, que a fecha de hoy me parece una vergüenza que haya todavía sitios que hagan tejemanejes de este tipo cuando detectan a alguien de fuera al entrar a comer en su local. En este caso, el tiro les salió por la culata, por que llevamos ya unos pocos de años moviéndonos por este país, pero estoy seguro que mas de uno ni se dará cuenta.
Aquí está mi última adquisición: una vaporera de bambú (zhēnglóng en chino). Si, se que hay ollas que incorporan una parte superior con esta función, y si, también se que hay vaporeras eléctricas, pero que queréis que os diga, siempre me han molado las de bambú por varios motivos: me parece que son bastante prácticas, son baratas, las puedes usar con cualquier olla (del diámetro correcto, obviamente) y con un wok, no necesitan electricidad para funcionar...
Llevaba bastante tiempo detrás de una de estas, porque las dos últimas veces que he tenido que preparar algo al vapor me ha tocado sacar la vaporera de la Mambo, y además de tenerla guardada en un armario (es un armatoste), tengo que mover un montón de chismes para sacarla y ponerla a funcionar.
Así que hoy he ido a mi supermercado chino de confianza (el único que hay por aquí) y la he comprado. De 20 cm. de diámetro y con dos "plantas" me ha salido por 16 euros. Hay otros modelos más baratos, pero son de peor calidad.
Como siempre he tenido la duda de si hay que hacerles algún tratamiento a las cosas de bambú, como por ejemplo las tablas de cortar, he investigado un poco, y al parecer no es necesario hacerles nada especial, en el caso de la vaporera, únicamente mojarla antes del primer uso e intentar evitar guardarlas estando húmedas o mojadas.
Ahora toca decidir con que lo estreno, pero el candidato con mas fuerza es el pan bao 😋.
Como ya sabéis aquellos que me seguís, soy de Granada pero vivo en León, concretamente desde hace trece años. A esos trece habría que añadirle otros siete que estuvimos en viviendo en Lanzarote justo antes de venir a León, así que llevo fuera de mi tierra la friolera de veinte años.
La tapa existe en Granada desde 1900 y poco, pero de aquellas se la denominaba "tapadera", ya que se ponía inicialmente solo con el vino para evitar que el aire lo estropeara. Fue más tarde cuando se utilizó el término "tapa".
En Lanzarote no hubo suerte, y las tapas había que pagarlas, algo a lo que nunca me acostumbré. Y en León, por suerte, al igual que Granada, también existe la costumbre de poner tapa con cada consumición.
Pero tengo que decir que nada tienen que ver las tapas de un sitio con las del otro, y no voy a entrar a explicar dichas diferencias, porque el motivo de esta publicación es otra.
No es la primera vez (ni será la última) que me encuentro en algún bar de León carteles colgados con frases del tipo: "La tapa es un regalo de la casa, no se exige ..." y por el estilo. Y como vengo de donde vengo, me entra la risa en esas ocasiones.
No es tampoco la primera vez que comento este tema con gente de León, y siempre les digo lo mismo: yo no voy a un bar a contemplar los cuadros que tengan colgados, ni porque el camarero me caiga bien (caso este último que en alguna ocasión puede darse), sino que voy a tomarme una caña CON SU TAPA.
Así que para mí, el valor de un bar está en las tapas que ofrece, que es lo que he hecho toda mi vida, en lo que me baso para ir a un sitio o a otro y es como funciona este tema en Granada.
Y el otro día me encontré un cartel en un bar de León, que por cierto es famoso por sus tapas de callos, mollejas, hígado encebollado, oreja, morro y similares, y me faltó levantarme y aplaudir cuando lo leí:
"UN LIBRO NO SE PUEDE JUZGAR POR SUS TAPAS, UN BAR SI"
👏👏👏👏👏👏
Y si alguien que lea esto no está de acuerdo, le invito a pasar por Granada y ya después si eso, volvemos a comentar el tema.
Este pasado fin de semana aprovechando que todavía había nieve en algunas zonas de León, quisimos pasar el sábado dando una vuelta por las Comarcas de Luna, Babia y Laciana, y teníamos reserva para comer en un bar que nos habían recomendado, "El Sardón", en Caboalles de Abajo.
No salimos lo que se dice temprano de casa, así que cruzamos la zona de Luna prácticamente sin hacer paradas, más que unos minutos para hacer unas fotos en el Embalse de Luna, que estaba espectacular con la nieve y además su superficie parecía un espejo, como podéis ver en la foto.
De allí fuimos directos al restaurante, al que previamente había llamado para reservar unos días antes. Cuando lo hice, me atendió una mujer, y me estuvo informando de que el menú se componía de embutido y lacón como entrantes, y pulpo a la gallega como plato principal. Este último era el motivo de ir a comer a este restaurante y no a otro, a probar el pulpo que, según nos dijeron, era la especialidad de la casa.
También me informó de que el precio había subido de los 28 € que costaba, a los 30 que cobraban ahora debido a la subida de precios generalizada. Vamos, lo que está ocurriendo en todos los sitios. Ese precio, me comentó, lo incluía todo: bebida, postre, café y la comida, lógicamente. Así a priori, me pareció un poco excesivo, y mas teniendo en cuenta que no estás en el centro de León, pero como la mejor forma de opinar sobre algo es probarlo, reservé sin mas complicaciones para ir sobre seguro.
Nada mas llegar y entrar, lo que me llamó la atención es que el restaurante aparentaba cualquier cosa menos la de un sitio donde el menú te cueste 30 €. Es un local extremadamente pequeño, con una distribución curiosa, ya que hay 3 o 4 mesas nada mas entrar, y cruzando todo el ancho del bar, una barra que separa el espacio inicial de un mini comedor con otras 4 mesas, para 4 personas cada una como máximo, pero de las que en realidad solo 3 estaban habilitadas, la cuarta, se usaba como mesa de apoyo para platos y demás utensilios.
Nos sentaron en el pequeño comedor, y en la mesa ya estaban el lacón y el embutido tapados con un papel de aluminio que quitaron cuando nos sentamos. Pedimos las bebidas, refrescos y agua, y nos trajeron una generosa cesta de pan, donde había pan blanco de barra, y pan de centeno de hogaza.
Tanto el lacón como el embutido, no tenían nada de especial, mas bien al revés. El lacón tenía unas vetas de grasa muy chungas, y en el caso del embutido, estando en una zona de montaña como estábamos, que te pongan jamón del que se compra en cualquier super, y que el chorizo sea de tipo "Revilla" no deja de sorprender.
Respecto al pulpo, eso si son palabras mayores. Como se puede observar en la foto, la ración de pulpo era exageradamente grande, y nos costó terminarla, todo hay que decirlo. Estaba muy suave, muy bien cocinado y los trozos eran generosos. Además, los cachelos estaban en su punto, y el aceite de oliva virgen extra que habían usado estaba de escándalo. Pedimos una copa de ribeiro para acompañar el pulpo, y nos dejaron la botella por si queríamos repetir.
Resumiendo, un diez para el pulpo. Me llamó la atención que en el pequeño comedor llegaron a estar ocupadas las tres mesas disponible, la nuestra de 3, había otra de 2 y la última de 4 personas. Y curiosamente, las raciones de pulpo nos parecieron todas del mismo tamaño, ya fuesen para 2 como para 4 personas, o con diferencias apenas perceptibles.
Por último, los postres, entre los que había flan, tarta de limón, tarta de la abuela, fruta, etc. Nosotros pedimos los tres tarta de la abuela. Estaba bien, pero tenia una capa superior de chocolate que parecía plasticosa, que para mi gusto, le sobraba. Las raciones, como con el pulpo, eran cada una de su padre y de su madre.
En general, creo que el precio es bastante excesivo para la calidad de parte del menú, ya que lo único que, para mi, justifica comer en ese restaurante es el pulpo. No es un sitio al que volvería por ese motivo, y mas teniendo en cuenta que se encuentra bastante lejos de León.
Para terminar, decir que terminó cobrándonos el menú a 28 €, cosa que tampoco comprendí.